El lugar, sí importa: otra muestra del Chile desigual
Durante las últimas semanas fuimos testigos de un hecho histórico: la Diputada Emilia Nuyado (PS), de origen mapuche-huilliche, interpeló al ministro del interior Andrés Chadwick, por la actuación de Carabineros en la región de La Araucanía, que culminó con el asesinato de Camilo Catrillanca. Lo novedoso es que la Diputada inició su intervención hablando en […]
Durante las últimas semanas fuimos testigos de un hecho histórico: la Diputada Emilia Nuyado (PS), de origen mapuche-huilliche, interpeló al ministro del interior Andrés Chadwick, por la actuación de Carabineros en la región de La Araucanía, que culminó con el asesinato de Camilo Catrillanca. Lo novedoso es que la Diputada inició su intervención hablando en mapuzungün. Esto desató toda clase de reacciones, a favor y en contra. Las que me preocupan en esta ocasión, son estas últimas.
¿Qué razones explican que, a través de las redes, cientos de personas se permitieran insultar, mofarse y descalificar la decisión de la Diputada Nuyado, de hablar en mapuzungün? Incluso su par, el Diputado Ignacio Urrutia (UDI), se permitió ironizar al respecto. Más tarde lo hizo un excandidato a la presidencia. Éstas y otras intervenciones tienen un común denominador: en todas, de manera explícita o no, se arguyó que el Congreso no era el lugar para que la Diputada hablara su propio idioma. Y en esto me quiero detener: tales argumentos defienden la idea de que el mapuzungün no ocupa el mismo estatus que el español y que, en tal condición, está excluido para lugares que representa el orden y la estructura social y política de Chile, como lo es el congreso.
Para muchos, que la Diputada hable en mapuzungün en una ceremonia mapuche, es aceptable; no así, en la esfera pública de la política. El mapuzungün queda, de esta forma, relegado a lo privado y, como tal, invisible. Y la invisibilidad es otra expresión de la profunda desigualdad que caracteriza a este país.
Recordemos que el Informe Desiguales del PNUD (2017) hace notar que, en Chile, la desigualdad no sólo se refiere a aspectos como el ingreso o el empleo; incluye otras dimensiones como, por ejemplo, el respeto y dignidad con que son tratadas las personas.
Por lo visto, la tarea por mayor igualdad en Chile no sólo es gigante, sino urgente. Y no todos están dispuestos a dar esta batalla.