Envejecimiento y déficit del cuidado: La reciprocidad puesta a prueba
El porcentaje de adultos mayores en el país, es decir, de personas de 65 o más años, según los resultados del Censo 2017, alcanzó el 11,4% de la población total. Sin embargo, en la Región de Los Ríos, según la misma fuente, esta proporción llegó al 12,6% del total (384.837 personas). Distribuidos por provincia, más […]
El porcentaje de adultos mayores en el país, es decir, de personas de 65 o más años, según los resultados del Censo 2017, alcanzó el 11,4% de la población total. Sin embargo, en la Región de Los Ríos, según la misma fuente, esta proporción llegó al 12,6% del total (384.837 personas). Distribuidos por provincia, más del 70% pertenece a la Provincia de Valdivia y el restante a la Provincia del Ranco. A nivel local, en Corral un 15,6% de su población son adultos mayores, mientras que, en Lago Ranco y Río Bueno, alcanzan casi el 15%, respectivamente, siendo estas tres comunas las que presentan los valores más altos en la región.
Los datos previos muestran la importancia demográfica que conlleva la población de 65 y más años en Los Ríos, lo que se acentuará con el tiempo. Al respecto, y conforme proyecciones del Instituto Nacional de Estadísticas (INE), a nivel nacional, se estima que la proporción de adultos mayores al año 2050 llegará al 25% del total. Es decir, crecerá prácticamente un 120% en el período. Esto demuestra el rápido proceso de envejecimiento que vivimos como sociedad, lo que evidentemente también impactará en nuestra región.
Frente a este escenario, cabe preguntarse si estamos realizando todas las acciones necesarias para brindar, en el futuro cercano, la atención que significa proporcionar condiciones de vida que resguarden los derechos de la creciente población de adultos mayores. Por cierto, que la ausencia de pensiones dignas es uno de los principales problemas que enfrentamos, pero la problemática no termina allí. La disminución progresiva del número de integrantes del hogar viene a enfrentarnos a lo que se ha conocido como “déficit del cuidado”, entendido como la disponibilidad cada vez menor de adultos en condiciones de brindar cuidados y realizar el trabajo que esto conlleva, como el preparar alimentos, acompañar a controles médicos, atender a un enfermo, asistir en situaciones de emergencia, etc. Este déficit se torna particularmente grave cuando el adulto mayor se encuentra postrado o es dependiente.
El déficit del cuidado se incrementa conforme el tamaño de los hogares disminuye. En Chile, el promedio de personas por hogar el año 1982 era de 4,4, mientras que al año 2017 es de 3,1. En la Región de Los Ríos, según el último Censo, el tamaño de los hogares es de 2,9. Este fenómeno se asocia a otros cambios demográficos, económicos y socio culturales que como país estamos viviendo, relativos al aumento de hogares de doble ingreso, disminución del número de hijos, incremento de hogares unipersonales, etc. Lo importante es comprender que asistimos a un conjunto de transformaciones que impactarán en la vida de aquellos, que por derecho deben ser cuidados.
Posiblemente para ninguno de nosotros resulte ajeno la experiencia de una adulta mayor cuidando a otro u otra adulta mayor. Digo adulta mayor, por cuanto las mujeres son más longevas que los hombres y son éstas quienes, habitualmente por razones de género, cuidan de otros. Entonces no podemos permanecer impávidos esperando que tal realidad se generalice sin haber previsto estrategias que apunten a brindar los cuidados necesarios. Preguntas básicas acerca de quiénes cuidarán, en qué condiciones, cómo proteger los derechos de quienes necesitan, pero también otorgan cuidados, deben ser cuestiones fundamentales para considerar.
En algunos países de Europa, por ejemplo, se han ideado fórmulas para que personas más jóvenes cohabiten con adultos mayores; los jóvenes obtienen un lugar en donde vivir a cambio de la compañía y la realización de tareas de cuidados para los últimos. Otros esfuerzos, como en algunos municipios chilenos, han apuntado a desarrollar programas consistentes en visitas a las casas de los adultos mayores postrados, de modo que la cuidadora o cuidador pueda disponer de un tiempo fuera del hogar, mientras es reemplazado por un cuidador part-time provisto y supervisado desde el municipio.
El cuidado es una dimensión humana que pocas veces se menciona cuando se discute sobre el desarrollo y el bienestar humano; sin embargo, su importancia es radical. No sólo involucra los derechos de quienes los reciben, también da cuenta de los valores y vínculos sobre los cuales se cimentan las sociedades, en tanto, hay un principio de reciprocidad que orienta la tarea de cuidar a otro, pues ninguna sociedad puede avanzar desconociendo el legado de generaciones anteriores.