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Social Domingo 01 de Agosto de 2021 | Publicado a las 11:10 | Actualizado a las 11:34

Erradicación de campamentos en Valdivia: ¿Falta de voluntad o escasez de suelo?

Publicado por: Constanza Riquelme
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Campamento Norte Grande III Valdivia | Cedida

Cientos de familias viven hoy en campamentos en Valdivia, a la espera de una solución habitacional definitiva que les permita mejorar su calidad de vida. Sin embargo, entre la aparente falta de voluntades para enfrentar un tema muchas veces invisibilizado y la escasez de terreno edificable en la ciudad, el panorama se vuelve aún más complejo para los vecinos y vecinas más vulnerables.

El panorama actual de los campamentos en Valdivia

Según datos del Ministerio de Vivienda y Urbanismo (MINVU), en la Región de Los Ríos existen actualmente 14 campamentos reconocidos, de los cuales 4 están asentados en Valdivia. Estos son Eladio Rojas, donde el Servicio de Vivienda y Urbanismo (SERVIU) contabiliza 77 familias; La Estrella, con 43 familias; Arturo Prat II, con 30 familias; y Norte Grande III, con 121 familias. Así, el total de familias que actualmente viven en campamentos llegaría las 271 en la capital de Los Ríos.

Por su parte, la Fundación TECHO-Chile, a través del Catastro Nacional de Campamentos 2020-2021 ejecutado por la organización en conjunto con la Fundación Vivienda, detalla que en Los Ríos existe un total de 20 campamentos, los que están siendo habitados por 687 familias.

En el caso particular de Valdivia, la cifra de campamentos se eleva a 5 y el total de familias a 311. Entre los campamentos que TECHO-Chile contabiliza en la ciudad se encuentran los catastrados por el SERVIU, sin embargo, se suma además el campamento Las Mulatas ubicado en el sector del mismo nombre, el que figura como “no reconocido” por la institución de Gobierno.

En este sentido, cabe mencionar que, de acuerdo al SERVIU, el reconocimiento o no de un campamento se genera a raíz de una serie de antecedentes del mismo, entre los que destacan la existencia de una cantidad mínima de 8 familias y el emplazamiento de estas en un terreno acotado. Este reconocimiento es el que permite a los campamentos el acceso a algunos beneficios y ayudas estatales. Para los demás, el anonimato sigue siendo su única opción.

Ex campamento Girasoles en Valdivia, SERVIU Los Ríos

Sin embargo, más allá de los datos numéricos que permiten establecer un panorama general de la región y la comuna, lo cierto es que año a año en Chile existen familias que, ante la necesidad y la falta de recursos y oportunidades, se ven en la obligación de instalarse en campamentos, lo que se ha visto agravado desde el inicio de la crisis sanitaria por Coronavirus en el país.

Así lo plantea el Director de Regiones Zona Centro-Sur de TECHO-Chile, Francisco Morales, quien afirma que, “lamentablemente muchas familias se ven obligadas a decidir vivir el día a día, es decir, tener alimentación, transporte y educación, yendo en desmedro de la posibilidad de ahorrar para poder comprar una vivienda propia”.

Pero tampoco se trata de una decisión “tan voluntaria”, explica Morales, puesto que, según datos de la misma entidad que integra, al 2020 el quintil de menores ingresos de la población chilena demoraba 51,47 años en promedio en reunir los recursos necesarios para acceder a una vivienda propia, mientras que el quintil de mayores ingresos solo tardaba 3,15 años.

La falta de suelo y de regulación en Valdivia

De esta forma, las proyecciones en cuanto a la erradicación de campamentos en el país se tornan complejas. Sin embargo, estas dificultades no solo guardan relación con la falta de recursos económicos o de políticas públicas tendientes a la subsanación del problema. En el caso de Valdivia, por ejemplo, uno de los factores que más complejiza la edificación y posterior entrega de soluciones habitacionales es el tipo de suelo y la falta del mismo.

Estos aspectos fueron detallados por el Director Regional del SERVIU, Rául Escárate, quien explicó que “tenemos muy poco suelo urbano a disposición que esté en óptimas condiciones para construir de forma inmediata. La mayoría de los terrenos a los que podemos acceder están en la periferia, donde han quedado retazos justamente porque no se puede construir”, dijo Escárate, afirmando que a lo anterior se suma la cercanía de estos terrenos a humedales, “que desde el punto de vista medioambiental es una complicación y un tremendo desafío”, detalló.

De esta forma, comentó que en la búsqueda de espacios disponibles más cerca de la zona centro de la ciudad, “muchas veces el suelo es más caro que la misma obra que tenemos que hacer encima. Y esto no es solo para los campamentos, sino para todos los comités de vivienda que tenemos en Valdivia en general”, cerró el director del SERVIU.

Con la falta de terrenos también coincidió la Alcaldesa de Valdivia, Carla Amtmann. De acuerdo con la autoridad, mientras se intensifica la escasez de suelo para la construcción de soluciones habitacionales, “tenemos muchos terrenos baldíos mal utilizados a propósito del valor del suelo y de los intereses lucrativos de inmobiliarias o de personas individuales”, dijo la alcaldesa.

En este mismo sentido, Amtmann fue clara en afirmar que “sin bien uno puede decir que estas empresas o personas tienen el legítimo derecho a tener un negocio, creo que los límites que tienen los negocios son los derechos sociales y la vivienda es uno”.

Pero a la falta de terrenos, la mala calidad y el costo de estos, se suma también la falta de regulación.

Así lo detalló la arquitecta de la Universidad Austral de Chile (UACh), Ninoska Gallardo, quien durante el último tiempo ha estado en contacto directo con el campamento Las Mulatas y Norte Grande III de la capital regional. Cabe mencionar que el primero de estos espacios surgió durante el 2020, en el contexto de la crisis sanitaria por COVID-19, mientras que el segundo, data del año 2014 aproximadamente, según explicó la profesional.

Para la arquitecta “es evidente que existe una necesidad y que hay una falta de políticas públicas que puedan dar solución a estos temas. Políticas para soluciones que sean, por lo menos, transitorias”.

Así, dijo que si en 2017 se tenía un déficit habitacional de 5 mil viviendas en Valdivia, actualmente esa merma estaría llegando a las 6 mil o 6 mil 500 viviendas. Dichas cifras fueron calificadas por la profesional como “preocupantes”, puesto que además existiría otro factor que no se estaría considerando en esos datos y que podría aumentar considerablemente el déficit: las familias allegadas.

Imagen aérea de Valdivia, Twitter Club Aéreo Valdivia 

En este sentido, resulta relevante mencionar lo expuesto por el Director de Regiones Zona Centro-Sur de TECHO-Chile, Francisco Morales, quien afirmó que “hoy tenemos en los datos de nuestro catastro que el 85% de las familias que llegan a vivir a campamentos, antes vivían como hacinados o allegados”, confirmado así que “hoy vemos que hay un problema más profundo y que el síntoma es la campamentación”.

Dicho esto, y en cuanto a la necesidad de una planificación territorial efectiva en Valdivia, la arquitecta Ninoska Gallardo dijo que ve con preocupación el alto costo de acceso a una casa en Valdivia, lo que, evidentemente, complica los esfuerzos que las familias más vulnerables de la comuna pueden realizar para acceder a la tan anhelada casa propia.

“Hoy las viviendas son caras y de difícil acceso. Vemos que las casas de un piso están por sobre los 70 millones y las casas de dos pisos superan los 100 millones de pesos. La plusvalía en Valdivia ha aumentado un montón y eso es pura especulación inmobiliaria que se da cuando se permite poner en sobre valor el suelo. Ahí volvemos a la necesidad de políticas públicas en las que el Estado regule el valor del suelo”, dijo Gallardo.

Asimismo, recordó que el Plan Regulador de la capital regional data del año 1980. Ante esto fue enfática en afirmar que “eso se tiene que actualizar”, pues “es un instrumento comunal que también da espacio a la creación de nuevos centros urbanos y habitacionales”, aseveró.

La falta de una vivienda como sinónimo de estigmatización y abandono

Tabita Morales tiene 24 años y hace 3 vive en el campamento Norte Grande III de Valdivia. Llegó desde Puente Alto a vivir junto a su pareja a la capital regional y si bien durante el primer tiempo lograron arrendar un lugar para vivir, el alto costo que debían pagar las llevó a trasladarse al campamento, en el que también vive la familia de la pareja de Tabita.

Actualmente están a la espera de la postulación a una vivienda. Si bien el tiempo que ha esperado Tabita parece ser extenso, cuenta que hay vecinos del sector que llevan 20 años o más a la espera de una solución habitacional definitiva.

Esta joven se hizo conocida en el sector cuando inició, junto a otros vecinos y vecinas, labores en la olla común de su barrio. Hoy está a cargo, junto a otra dirigente, de la organización de diversos aspectos al interior del campamento. Así, cuenta que, afortunadamente, han logrado crear lazos de cooperación entre vecinos, lo que les permite hacer un poco más amena la compleja situación que atraviesan.

Campamento Norte Grande III en Valdivia, Cedida

En conversación con RioenLinea, Tabita da cuenta en primera persona del sentir que posiblemente comparte la mayoría de quienes habitan en campamentos en nuestra ciudad: Una realidad difícil, en la que pesa la discriminación y en la que las ayudas han tardado demasiado en llegar.

¿Qué crees que influye en la decisión de trasladarse a vivir en un campamento?

Aquí los arriendos son muy caros. Hay mucha gente que prefería pagar su arriendo antes que comer y no puede ser una cosa o la otra.

Además, los terrenos son demasiado caros. Nosotros, por ejemplo, estábamos viendo la opción de ocupar ese mismo terreno para construir, pero muchos vecinos quieren salir de ahí, pese a que se nos dio la posibilidad de cerrar y hacer una entrada por otra parte.

Lo que pasa es que a veces se escuchan disparos y hay muchos niños chicos, son alrededor de 50. Incluso, Carabineros no llega porque tienen miedo, la ambulancia y Bomberos tampoco. Por eso hay muchos vecinos que quieren salir.

¿Qué es lo más difícil de vivir en un campamento?

Yo creo que no llegue la ayuda que a veces uno necesita. Que a veces no llegue Carabineros o un médico. Incluso hay un caballero que depende de oxígeno y cuando se corta la luz tenemos que hacer algo porque él es dependiente. Es complicado el tema.

¿Se les estigmatiza?

Pesa vivir en un campamento. Mucha gente incluso no da sus direcciones y da la de familiares porque a lo mejor así los pueden tomar en cuenta. Hay quienes piensas que vivir en un campamento es lo más bajo y eso no es así. Aquí hay muchas personas que se levantan todos los días a las 6 de la mañana para ir a trabajar, igual que cualquier otro, pero hay quienes discriminan a la gente que vive en campamentos.

Nosotros somos tan honrados y dignos como cualquier persona. Vivir en un campamento no tiene nada de malo. Es de gente que no ha tenido los medios para tener su casa, para poder postular a una o pagar un arriendo. Hay mucha gente que piensa que uno es flojo, pero eso no es así.

¿Por qué crees que ha costado tanto dar soluciones definitivas a las familias?

Es no querer o no pensar que hay gente que realmente lo necesita. Mientras ellos (autoridades y entidades competentes) estén bien y sus cercanos también, entonces no hay ningún problema.

Piensan a lo mejor que es un estorbo, como que saben que están ahí y quieren deshacerse de los campamentos, pero no saben cómo.

Campamento Norte Grande III en Valdivia, Cedida

Tabita es una mujer joven y se muestra optimista ante lo que el futuro pueda depararle, sin embargo, mientras está a la espera de contar al fin con una casa propia, hizo un llamado claro a la comunidad, por ella y por todos sus vecinos y vecinas.

“Que la gente no sea tan quisquillosa porque las personas del campamento no andan robando. Hay campamentos humildes y que son de personas que se sacan la porquería para llevar un plato de comida a su casa. Hay gente que necesita trabajo, pero al ser de un campamento, no les dan. Denles la oportunidad y van a ver que las expectativas que ustedes tenían son diferentes”, cerró Tabita Morales.

Necesidad de trabajo multidisciplinario y proyecciones

El Director de Regiones Zona Centro-Sur de TECHO-Chile afirmó que “se hecho vista gorda” a la realidad que esconden los campamentos en el Chile. Sin embargo, también dijo creer que tras el estallido social y la posterior pandemia que hasta hoy afecta al país “se pudo demostrar más y destapar esta olla gigante del déficit habitacional, de cómo la desigualdad se presenta en temas tan sensibles como la falta de vivienda”.

Así, y proyectando posibles soluciones, afirmó que desde TECHO se han planteado diversas iniciativas, sin embargo, aseguró que todas ellas deben ir acompañadas de un organismo central como el Estado.

De esta forma, expresó que los elementos clave para avanzar en la erradicación de los campamentos serían “aumentar la cantidad de recursos, crear un banco nacional de suelo que permita la creación de nuevas viviendas sociales y preocuparse de la gestión”, cerró Morales.

Desalojo toma sector Las Ánimas en Valdivia registrado en abril 2021, Cedida

La Alcaldesa Carla Amtmann fue consultada sobre los desalojos que se han registrado en zonas de la ciudad donde familias han instalado sus viviendas de manera irregular, asunto que lejos de ser una solución, solo traslada de lugar el complejo escenario que ya viven los vecinos.

En este sentido, dijo tener “un principio ético que me encantaría que todos los servicios públicos tuvieran y es que no podemos desalojar sin solución habitacional y sin diálogo. Hay necesidades muchas veces de desocupar terrenos, pero es muy distinto llegar un día sin aviso a irrumpir en los hogares de personas con niños y niñas con la fuerza pública, a generar mesas de trabajo con una red de apoyo”.

De esta forma, aseguró que los desalojos a través de la fuerza pública no son la vía de solución y que el trabajo a realizar “debiera estar a cargo de un equipo multidisciplinario”, afirmó.

“Ahí como municipio, y en lo que nos corresponde a nosotros, vamos siempre a garantizar ese principio ético”, añadió Amtmann.

Finalmente, aseguró que “yo esperaría, y mi deseo es que logremos en este periodo dar solución a algunos de los campamentos donde las personas estén en una situación más crítica”, concluyó la autoridad comunal.

Por su parte, el Director Regional del SERIVIU, Raúl Escárate detalló a RioenLinea las metas que pretenden concretar en el corto plazo para contribuir a entregar soluciones habitacionales a vecinos de Valdivia y la región.

Así, dijo que desde el MINVU se proyecta cerrar 6 campamentos de Los Ríos durante lo que queda de 2021. Estos serían el campamento San Carlos en Corral, Eladio Rojas y Arturo Prat en Valdivia, Línea Férrea I en Panguipulli, Las Vertientes en Los Lagos y Osvaldo Leal en La Unión. De esta forma, el cierre beneficiaría a 173 familias.

En este mismo sentido, comentó que dentro del programa “100+100” del MINVU, se proyecta trabajar con tres campamentos más, correspondientes a Línea Férrea II en Panguipulli, Cuatro Vientos Vivanco en Río Bueno y Las Lajas en Los Lagos.

Si bien Escárate reconoce que se trata de una meta ambiciosa y pese a que aún no manejan una cifra respecto a los recursos a invertir, confía en obtener buenos resultados y asegura que “lo vamos a lograr”.

Asimismo, valoró la mesa regional intersectorial levantada el 2019 en Los Ríos, donde participan los ministerios de Bienes Nacionales y Medioambiente, además de municipios, el Gobierno Regional y ahora el Delegado Presidencial.

“En la mesa trabajamos para poder solucionar el tema y eso es buenísimo porque hasta hace un tiempo atrás era solo el MINVU el que estaba preocupado de esto o que tenía la herramienta precisa para solucionarlo, pero en la medida que pasa el tiempo nos damos cuenta que el tema de los campamentos es algo que se tiene que abordar no solamente por el ministerio”, concluyó Raúl Escárate.

La erradicación de los campamentos en Valdivia, y en general a nivel nacional, parece ser una tarea aún lejos de terminar. Sin embargo, mientras las miles de familias que habitan en estos espacios luchan por una vivienda propia, solo piden que la espera se haga más digna y que la discriminación no sea la piedra de tope que les impida avanzar para lograr sus metas. Para esto, urge contar con políticas públicas efectivas y un trabajo intersectorial.

Sin embargo, el rol y apoyo del resto de la comunidad, que busque dar oportunidades y eliminar la discriminación, es y seguirá siendo, sin duda, un pilar fundamental.

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