Escasez de agua: Todos responsables, pero en grados diferentes
Pocas veces discutimos sobre las implicaciones del uso eficiente del agua y cómo garantizar el acceso al agua potable, como un derecho fundamental y requisito para desarrollo del país y de la región. Pero, ¿somos todos igualmente responsables de cuidar este valioso elemento? En mi opinión, todos somos responsables, pero en grados distintos; no comprender […]
Pocas veces discutimos sobre las implicaciones del uso eficiente del agua y cómo garantizar el acceso al agua potable, como un derecho fundamental y requisito para desarrollo del país y de la región. Pero, ¿somos todos igualmente responsables de cuidar este valioso elemento? En mi opinión, todos somos responsables, pero en grados distintos; no comprender esta diferencia vendría a desconocer el desigual acceso al agua potable existente en la actualidad y a premiar el despilfarro de ciertos sectores.
Como sabemos, el agua es uno de los elementos principales de nuestro planeta cubriendo el 71% de la superficie terrestre. De ésta, el 96% se encuentra en los océanos y sólo entre un 2,5 a 2,75 % es agua dulce. Traducido en volúmenes, de los 1.400 millones de km3 de agua disponible en el mundo, sólo un 0,0003%, equivalentes a 45.000 km3, corresponden a agua dulce apta para beber, higiene, agricultura e industria.
Del agua dulce, un 70% es empleada en la agricultura, sector responsable en gran parte de la escasez de agua a la que nos enfrentamos, situación que se agudizará, pues la FAO prevé que la producción de alimentos, a partir del riego, crezca en más del 50% para el año 2050, mientras que la cantidad de agua extraída por el sector agrícola puede aumentar sólo un 10%, “siempre que se mejoren las prácticas de riego y se incrementen los rendimientos”. Es decir, a nivel mundial no sólo debemos buscar soluciones a la escasez de agua, que actualmente afecta al 40% de la población mundial; debemos tener especial preocupación por su impacto en el derecho a la alimentación.
Como respuesta a esta problemática, las campañas que abogan por el cuidado del agua se han dirigido al menos en dos direcciones. Por una parte, han apelado al ahorro domiciliario incluyendo recomendaciones que van desde mantener en buen estado las cañerías para evitar fugas de agua; lavado de dientes con la llave cerrada; disminución de los tiempos de ducha, entre otros. Por otra parte, en lo que refiere a las actividades productivas, se ha apostado por la búsqueda de soluciones tecnológicas para una producción más eficiente. Sin embargo, un aspecto que no se visibiliza en estas campañas, es que no todos los hogares, territorios ni actividades económicas consumen agua de la misma forma ni en las mismas cantidades y esto es importante de considerar, pues si bien efectivamente todos somos responsables del ahorro, los grados de responsabilidad son completamente diferenciados.
Para ilustrar tal afirmación consideremos que, según el Informe “Radiografía del agua. Brechas y riesgo hídrico en Chile” (2018) de la Fundación Chile, la producción de vacas lecheras requiere 132 litros diarios por animal contra 0,2 litros/día que necesita la crianza de gallinas/pollos. El mismo informe reporta que en relación al consumo total nacional, los distintos sectores económicos muestran demandas de agua diferentes en cada región. En el sector silvoagropecuario (agrícola, pecuario y forestal), se destacan las regiones del Biobío, Maule y La Araucanía incluyendo plantaciones forestales, la fruticultura de exportación y cereales anuales. El consumo de la industria minera se concentra en Antofagasta con un 56% del consumo hídrico regional; en la Región de Atacama llega al 20% y a un 19% en la Región de Tarapacá. Por su parte, las regiones de Valparaíso (3,6 m3/s), Metropolitana (2 m3/s) y Tarapacá (2 m3/s) representan la mayor demanda de agua potable y saneamiento.
Por otro lado, a nivel de hogares, también se observa no sólo un consumo diferenciado sino incluso irresponsable. Ya en el año 2009, la Superintendencia de Servicios Sanitarios (SISS) confirmó que los usuarios del agua potable, incurrían en un gasto superior al necesario. Más tarde, el año 2011, en otro estudio realizado por la misma institución, se confirmó que, de 337 localidades del país analizadas, al menos 28 mostraban consumos superiores a los 200 litros recomendados por persona en ese entonces. Pero lo llamativo es que este sobreconsumo no se observaba en toda la población, sino en los estratos más altos. Así, en sectores como Pan de Azúcar en Chicureo (comuna de Colina, RM) consumían al menos 1.120 litros de agua por persona al día. Algo similar ocurría con comunas de Las Condes, Lo Barnechea y Vitacura, en donde el consumo superaba 600 litros diarios de agua por persona. En el polo contrario se encontraba la localidad de Alerce Sur (comuna de San Pedro de la Paz, en la región de Bío Bío), en donde los habitantes sólo disponían de 11 litros de agua diarios. Es decir, la conducta derrochadora e irresponsable en materia de consumo y ahorro de agua no se reparte por igual en toda la población.
Visto de este modo, no es posible igualar el grado de responsabilidad entre diferentes tipos de consumidores, pues la realidad muestra que, ya sea a nivel de los territorios, de la actividad económica y de los mismos hogares, tenemos comportamientos y efectos distintos. Urge en este sentido, diseñar mecanismos que modifiquen y sancionen conductas derrochadoras y de sobreexplotación, que están poniendo en peligro derechos fundamentales de toda la población.