Las Farmacias de nuestra región, en primera línea contra el COVID-19
Hasta hace unos meses atrás los servicios farmacéuticos, eran parte de aquellas prestaciones sanitarias invisibilizadas, pues el colectivo considera solo el acto de dispensar, como el único proceso que se ejecuta en la farmacia.
Sin embargo, detrás de esta “simple” actividad, existen otras series de acciones estandarizadas, que involucran, gestión de abastecimiento e inventario, validación de la prescripción, preparación de la receta, supervisiones, etcétera, las que conjuntamente permiten garantizar un servicio oportuno, seguro y de calidad a nuestros pacientes.
Hoy podemos observar que esta prestación no se ha detenido y se ha visto más sobre exigidas por razones obvias. La presión de evitar las aglomeraciones en salas de espera y de responder de manera eficiente y resolutiva, y de finalmente no defraudar y cumplir el rol sanitario encomendado, pero también con el temor inherente que sienten los equipos de trabajo por el riesgo de la exposición.
Es así, que de manera reactiva con más convicción que recursos y en una carrera contra el tiempo, se tuvo que emprender e implementar una cascada de medidas, estrategias y soluciones, que permitan dar continuidad a los tratamientos de la población.
Esto, especialmente para los pacientes de mayor riesgo, entendiendo que esta continuidad tiene la importancia de evitar una futura descompensación de los pacientes y como consecuencia una posible saturación del sistema de salud.
Los tiempos adversos, se han transformado en una oportunidad y dentro de las estrategias que se han desarrollado están el agendamiento telefónico y/o electrónico de recetas, despacho a domicilio y la coordinación territorial de los establecimientos de salud de la región, con más de 30.000 prescripciones entregadas desde que comenzó la emergencia sanitaria.
Se trata de medidas concretas y reales desarrolladas por los Químicos Farmacéuticos, que han permitido facilitar y mejorar el acceso a los medicamentos para la población, punto controversialmente discutido en la Ley de Fármacos II.
Todas estas actividades han contribuido de manera efectiva a disminuir el desplazamiento, reducir tiempos de espera y evitar aglomeraciones, puntos importantes para reducir el contagio de la población de riesgo.
Indicar que con estas medidas en pandemia, “no hemos descubierto la pólvora”, sin embargo, se han considerado imprescindibles para mantener la calidad de vida de la población, destacando esta prestación y entendiendo que el proceso de atención médica nunca ha terminado con la salida del paciente desde el box de atención, sino cuando el paciente recibe sus medicamentos y se le proporciona la educación necesaria para entender su enfermedad, tratamiento y contribuir a la adherencia terapéutica y al éxito farmacoterapéutico.
Dada la magnitud de los beneficios de estos servicios, se espera que permanezcan y se sostengan en el tiempo, con los recursos humanos y físicos adecuados, además de un sistema informático integrado, que permita dar trazabilidad e interoperabilidad entre las farmacias de la red.
Hoy la comunidad reconoce a la farmacia como un centro de salud, valorando conjuntamente el rol profesional del Farmacéutico y Técnico, quién seguirá comprometido y mejorando o instaurando los procesos que sean necesarios para una dispensación segura y de calidad.